El artista Manuel Franquelo-Giner, cuyo trabajo habitual se despliega en el campo más amplio de los estudios críticos animales, propone dirigir de nuevo nuestra mirada al problema de la presente producción monumental de animales. La obra titulada “Ornamentos materiales para un matadero” nos empuja en este contexto a preguntarnos sobre los numerosos significados que pudieran esconderse tras este elemento ornamental, antepuesto a la fría y aséptica arquitectura del abattoir moderno. En esta larga moldura de cemento de tres metros, aparecen representadas diversas escenas que recorren su forma longitudinalmente. En una de sus caras, una multitud de figuras humanas aparecen representadas en un plano opuesto al de los animales que avanzan bajo sus pies a lo largo de una cadena cuyo punto de fuga es, sin duda alguna, la muerte. En esta obra, Franquelo-Giner piensa sobre dos cuestiones para él esenciales de reflexión: la primera, histórica, refiere a la contraposición estética que la obra ejerce sobre la asepsia arquitectónica de los mataderos, impuesta durante la Modernidad y, la segunda, sobre cómo abrir un futuro en el que imaginar nuevas y prudentes intersecciones con otros seres vivos; que no se asienten en la muerte, si no siempre en la vida.